Ya van 6 años desde que tomé mi
llamo y con aguayo en mano, llegué a la capital. Y entre caminatas acertadas, y muchas erradas
también, fui descubriendo esta curiosa ciudad. Como consecuencia del paso de
múltiples visitas ilustres a las que he tenido el honor de presentar Santiago,
hoy tengo como resultado este intento de manual de bolsillo para tu primer vez…
en Santiago.
La seguridad es lo primero: Personalmente, no encuentro que Santiago
sea una ciudad peligrosa si te sabes cuidar. Nunca caminar pajareando ni tarde
en la noche, nunca nada importante en el bolsillo de atrás, los cierres de la
mochila siempre a los costados, evitar andar con mucho efectivo, deja el blin
blin en tu casa y tapa la clave de tu cuenta RUT. Si alguien corre cerca tuyo,
simplemente hazte un lado y si alguien te ataca por X motivo te haces bolita.
Si sientes que alguien te sigue, háblale y ponle la cara más piante que tengas.
Emana choreza siempre.
Hacerle la cruz a Santiago: Primero es fácil dividir Santiago
en una cruz, la Alameda va de este a oeste, de oriente a poniente, de cordillera
a mar y de plaza Italia pa’ Arriba a plaza Italia pa abajo. Yo me acuerdo de lo
primero por el O-ceano que está al
O-este. De lo segundo, tengo grabada la
voz de Amaro Gomez-Pabloz que dice: Un nuevo azalto en el zector oriente de la
capital. Lo tercero es más complejo, al Santiaguino le encanta decir: ¡Camina
hacia la cordillera!, cuando la hayas encontrado es porque subiste un level de
dificultad: Chispeza. (El nivel máximo de Santiaguino se logra cuando te haces el
dormido en la micro para no ceder el asiento y cuando solo diferencias a los Chilenos en Indios, Huasos y de Viña y). Y lo de plaza Italia... eso es
más simple, pa’ allá pa’ arriba la gente se manifiesta a cacerolazos por la
delincuencia y Novoa es un preso político.
De norte a Sur, por Santiago pasa
la ruta 5, es decir, la Panamericana que recorre América y atraviesa el país
hasta el canal de Chacao en Chiloé, lo que en Santiago sería la línea 2 del
metro, la amarilla.
Y listo, ahí tienes las principales arterias de la ciudad.
Américo Vespucio: Si no has tenido alguna vez esta calle como
referencia, no sabes lo difícil –e inútil- que resulta explicar que estás en
Américo Vespucio con no sé que calle. La avenida Américo Vespucio es una
circunvalación, es decir, un anillo que rodea la ciudad, la cual en su tiempo estableció los límites de
ésta. Seguir caminando por la autopista es literalmente dar vueltas en círculo.
Leyes del tránsito: En un paso de cebra, el auto es el
que tiene siempre la preferencia. También en los Ceda el paso, Pares y Semáforos.
Solo eso: Los autos siempre tienen la
preferencia, pero el transporte público es el que tiene el poder.
Caminar en Santiago: Para nosotros, los de comuna,
Santiago tiene un par de cosas confusas que complican la apacible acción de caminar de un lugar a otro. La primera
confusión es que los nombres de las calles cambian, no hay que entrar en pánico
cuando la numeración y la dirección no cuadren y ármate de perso y mira hacia
arriba -cual Carmela- a leer los letreros de las 4 esquinas.
Una broma cruel de los
Santiaguinos al indicarte una dirección es decir: Son como dos cuadras no más!.
Con mi familia al menos, como referencia en Santiago hablamos de cuadras
Santiaguinas o cuadras Ariqueñas. La diferencia es harta, nunca hay que confiar
en las distancias Santiaguinas, ya que acá se vive en una escala difrente.
Harto bloqueador y aguita-
Dos datos de supervivencia básica
en las calles de Santiago: El primero es que nunca hay que pararse en las
esquinas. Me explico: Evita pasar por el trauma de estar tranquilamente
esperando el semáforo para cruzar y que una micro pase dispuesta a atropellarte
sin ningún remordimiento. La recomendación es; dos metros de distancia y 5
metros si está lloviendo. Y si llueve ojo con las rejitas del suelo… las
ventilaciones son resbalosas hasta para los más profesionales.
La Cromi: Las micros en Santiago son una
aventura, los colores son de acuerdo a la empresa (lo que tiene muy poca
lógica). En la micro hay muchas cosas
que no sabes: En cuanto rato pasará la siguiente, si viene vacía o no, si habrá
taco o no o si llegarás vivo a tu casa (o al menos con la billetera). La única
certeza es que solo se detendrá en paraderos establecidos, que tienes que
bajarte por atrás, darle el asiento a las abuelitas y no meterle la mano en el
bolsillo a nadie y pagar tu pasaje, (la multa está como en cuarenta lucas).
Que no te de vergüenza si saludas
al chofer y no te pesca, o que te hace la bromita de fingir que te espera y
parte cuando estás llegando a la puerta, o te quedas con la mano estirada porque
el señor no quiso parar. Al final: A nadie le importa.
Compre un parche curita, unos
bombones, un tarjetero, cepillo de dientes, libros de cocina y lápices con
tinta invisible. Dele una moneita a los folckloristas, los hip-hoperos, los
payasos y otros artistas. Ayude a la persona con discapacidad, la señora con
coche, la lolita con la maleta y a la viejita con su carrito. Aguante el buen
ciudadano.
El Metro: Si ponen bombas en los basureros,
sacan los basureros y te suben el pasaje. Si hay fallas técnicas y te arruinan
el día, 3 meses después te devuelven tus 680 pesos y te suben el pasaje. Si
eres pequeño comerciante, te prohíben llevar tus bultos aunque no sea hora peak.
Y cuando te ponen el cartel, te suben el pasaje. El pasaje también sube si
aumenta la evasión, si sube el IPC y la UF, si el congreso quiere
subirse el sueldo, si Chile sale campeón de América o si el Centella asciende a los 120 pesos.
Y si manifiestas tu rebeldía y
descontento evadiendo tu pago al sistema de metro, llaman a los carabineros que
en lugar de cuidarte en la calle, se deben dedicar a cuidarles los bolsillos.
Me cae mal el metro
Pero lo necesito, así que hago lo
único que puedo hacer y apelo y predico las políticas del buen ciudadano. Deja
bajar antes de subir, respeta la línea amarilla, no te sientes en el suelo,
respeta el cierre de puertas, sácate la mochila, camina por la derecha si andas
tranquilein y ponte los audífonos para escuchar reggaeton.
Y ya como un favor personal, le
rogaría que en hora peak piense dos veces antes de subir los brazos, no juegue
o whatsapee por celular ni se besuquee con la polola. Sea bueno y no empuje, aplaste,
puncee ni toquetee.
Y sonría, moverse siempre se hace más fácil y menos cruel cuando sonríes.
Ahora disfrute, que pese a todo... Santiago es una ciudad encantadora.
Y sonría.
Y sonría.