martes, 28 de julio de 2015

Como no perderse en Santiago (o como sobrevivir en la Capitale)


Ya van 6 años desde que tomé mi llamo y con aguayo en mano, llegué a la capital. Y  entre caminatas acertadas, y muchas erradas también, fui descubriendo esta curiosa ciudad. Como consecuencia del paso de múltiples visitas ilustres a las que he tenido el honor de presentar Santiago, hoy tengo como resultado este intento de manual de bolsillo para tu primer vez… en Santiago.

La seguridad es lo primero: Personalmente, no encuentro que Santiago sea una ciudad peligrosa si te sabes cuidar. Nunca caminar pajareando ni tarde en la noche, nunca nada importante en el bolsillo de atrás, los cierres de la mochila siempre a los costados, evitar andar con mucho efectivo, deja el blin blin en tu casa y tapa la clave de tu cuenta RUT. Si alguien corre cerca tuyo, simplemente hazte un lado y si alguien te ataca por X motivo te haces bolita. Si sientes que alguien te sigue, háblale y ponle la cara más piante que tengas. Emana choreza siempre.

Hacerle la cruz a Santiago: Primero es fácil dividir Santiago en una cruz, la Alameda va de este a oeste, de oriente a poniente, de cordillera a mar y de plaza Italia pa’ Arriba a plaza Italia pa abajo. Yo me acuerdo de lo primero  por el O-ceano que está al O-este.  De lo segundo, tengo grabada la voz de Amaro Gomez-Pabloz que dice: Un nuevo azalto en el zector oriente de la capital. Lo tercero es más complejo, al Santiaguino le encanta decir: ¡Camina hacia la cordillera!, cuando la hayas encontrado es porque subiste un level de dificultad: Chispeza. (El nivel máximo de Santiaguino se logra cuando te haces el dormido en la micro para no ceder el asiento y cuando solo diferencias a los Chilenos en Indios, Huasos y de Viña y). Y lo de plaza Italia... eso es más simple, pa’ allá pa’ arriba la gente se manifiesta a cacerolazos por la delincuencia y Novoa es un preso político.

De norte a Sur, por Santiago pasa la ruta 5, es decir, la Panamericana que recorre América y atraviesa el país hasta el canal de Chacao en Chiloé, lo que en Santiago sería la línea 2 del metro, la amarilla.

Y listo, ahí tienes las  principales arterias  de la ciudad.

Américo Vespucio:  Si no has tenido alguna vez esta calle como referencia, no sabes lo difícil –e inútil- que resulta explicar que estás en Américo Vespucio con no sé que calle. La avenida Américo Vespucio es una circunvalación, es decir, un anillo que rodea la ciudad,  la cual en su tiempo estableció los límites de ésta. Seguir caminando por la autopista es literalmente dar vueltas en círculo.

Leyes del tránsito: En un paso de cebra, el auto es el que tiene siempre la preferencia. También en los Ceda el paso, Pares y Semáforos.  Solo eso: Los autos siempre tienen la preferencia, pero el transporte público es el que tiene el poder.

Caminar en Santiago: Para nosotros, los de comuna, Santiago tiene un par de cosas confusas que complican la apacible acción  de caminar de un lugar a otro. La primera confusión es que los nombres de las calles cambian, no hay que entrar en pánico cuando la numeración y la dirección no cuadren y ármate de perso y mira hacia arriba -cual Carmela- a leer los letreros de las 4 esquinas.

Una broma cruel de los Santiaguinos al indicarte una dirección es decir: Son como dos cuadras no más!. Con mi familia al menos, como referencia en Santiago hablamos de cuadras Santiaguinas o cuadras Ariqueñas. La diferencia es harta, nunca hay que confiar en las distancias Santiaguinas, ya que acá se vive en una escala difrente. Harto  bloqueador y aguita-

Dos datos de supervivencia básica en las calles de Santiago: El primero es que nunca hay que pararse en las esquinas. Me explico: Evita pasar por el trauma de estar tranquilamente esperando el semáforo para cruzar y que una micro pase dispuesta a atropellarte sin ningún remordimiento. La recomendación es; dos metros de distancia y 5 metros si está lloviendo. Y si llueve ojo con las rejitas del suelo… las ventilaciones son resbalosas hasta para los más profesionales.

La Cromi: Las micros en Santiago son una aventura, los colores son de acuerdo a la empresa (lo que tiene muy poca lógica).  En la micro hay muchas cosas que no sabes: En cuanto rato pasará la siguiente, si viene vacía o no, si habrá taco o no o si llegarás vivo a tu casa (o al menos con la billetera). La única certeza es que solo se detendrá en paraderos establecidos, que tienes que bajarte por atrás, darle el asiento a las abuelitas y no meterle la mano en el bolsillo a nadie y pagar tu pasaje, (la multa está como en cuarenta lucas).

Que no te de vergüenza si saludas al chofer y no te pesca, o que te hace la bromita de fingir que te espera y parte cuando estás llegando a la puerta, o te quedas con la mano estirada porque el señor no quiso parar. Al final: A nadie le importa.

Compre un parche curita, unos bombones, un tarjetero, cepillo de dientes, libros de cocina y lápices con tinta invisible. Dele una moneita a los folckloristas, los hip-hoperos, los payasos y otros artistas. Ayude a la persona con discapacidad, la señora con coche, la lolita con la maleta y a la viejita con su carrito. Aguante el buen ciudadano.

El Metro: Si ponen bombas en los basureros, sacan los basureros y te suben el pasaje. Si hay fallas técnicas y te arruinan el día, 3 meses después te devuelven tus 680 pesos y te suben el pasaje. Si eres pequeño comerciante, te prohíben llevar tus bultos aunque no sea hora peak. Y cuando te ponen el cartel, te suben el pasaje. El pasaje también sube si aumenta  la evasión,  si sube el IPC y la UF, si el congreso quiere subirse el sueldo, si Chile sale campeón de América o si el Centella asciende a los 120 pesos.

Y si manifiestas tu rebeldía y descontento evadiendo tu pago al sistema de metro, llaman a los carabineros que en lugar de cuidarte en la calle, se deben dedicar a cuidarles los bolsillos.

Me cae mal el metro

Pero lo necesito, así que hago lo único que puedo hacer y apelo y predico las políticas del buen ciudadano. Deja bajar antes de subir, respeta la línea amarilla, no te sientes en el suelo, respeta el cierre de puertas, sácate la mochila, camina por la derecha si andas tranquilein y ponte los audífonos para escuchar reggaeton.

Y ya como un favor personal, le rogaría que en hora peak piense dos veces antes de subir los brazos, no juegue o whatsapee por celular ni se besuquee con la polola. Sea bueno y no empuje, aplaste, puncee ni toquetee.


Y sonría, moverse siempre se hace más fácil y menos cruel cuando sonríes.
Ahora disfrute, que pese a todo... Santiago es una ciudad encantadora.

 Y sonría.